Muchas veces no comprendemos las adversidades que tenemos. No entendemos porque suceden y cual es su razón de ser. En algunos casos hemos luchado por hacer las cosas bien y aunque logramos hacerlas no obtenemos los objetivos que esperamos. Esta claro que no podemos evitar que eso pase. También lo es que tenemos que dar lo mejor de nosotros en cada una de estas actividades para tratar de lograr que todo salga como lo hemos soñado. Pero también hoy quiero invitarte a reflexionar que esas situaciones las tenemos que interpretar desde nuestra relación con Dios. Esto es, tenemos que disponer todo nuestro ser a encontrar las señales y las expresiones de Dios en esas situaciones. Es decir, mas allá de maldecir, de llorar y de darnos por vencidos lo que tenemos que preguntarnos es ¿Qué sentido tiene en el plan de Dios?. Mi abuela decía: “no te preguntes por que suceden esas cosas sino para que suceden”. Creo que ella tiene razón, porque estoy segura de que el Dios que nos ama y que quiere lo mejor para nosotros no va a permitir que sucedan experiencias en la vida que nos destruyan. Si el permite que esas situaciones sucedan es porque tienen algún sentido en nuestra vida. Algo aprendemos de ellas, de algo nos libran, de algo sirve. Eso no lo podemos olvidar. Ahora, esto no significa que estemos de acuerdo con esas situaciones y que las agradezcamos. Nos enseña, nos hace crecer pero hubiéramos querido que no sucediera. Lo que si podemos hacer es pedirles a Dios que nos de la fuerza y la sabiduría de su espíritu para asumirlas y aprovecharlas en función de la realización de nuestro proyecto de vida. Fuerza porque a veces son experiencias muy duras con las cuales no podemos nosotros solos. Sabiduría para tomar las decisiones más pertinentes al enfrentarlas. Dios actuara en ti y no te va a dejar parecer por esa situación, por eso en este momento te invito a confiar en Dios y a disponerte salir adelante.